Sólo he venido a decirte que me alegro de verte.
''Ni sí ni no, sino todo lo contrario''.
viernes, 31 de julio de 2015
lunes, 13 de octubre de 2014
Primera página
domingo, 24 de noviembre de 2013
A por ello.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
...y otras mentiras.
Y piensa, ¿por qué iba a ser esta vez diferente?, y ya son seis, y nada encaja. Y se plantea si alguna vez la querrán tal y como es, sin mentir ni sustituirla. Y ya van seis, y todos duelen.
Porque todos dicen querer a una chica sencilla, con la sonrisa presente y la mirada limpia de cosméticos. Que sepa hacer reír y no le importe jugar a la pelota.
A una chica con criterio y personalidad, que no regale su culo en una discoteca, que esté a la altura sin tacones, que prefiera una carta a una joya, que sea bonita y no lo sepa.
¿Pero en serio? Veo a una chica maravillosa apartar la vista de las parejas, suspirar en los abrazos y arquear, sincera, las cejas.
La observo cada día hacer feliz a todos cuanto la rodean, caminar entre quien la odia con la cabeza en alto y sonreír a quien la detesta.
Y se leen en su mirada la amistad y la fiereza.
La miro, y no es tan distinta, y sé que nadie escribiría una canción romanticomercial sobre ella, que baja las escaleras despacio, rozando sus dedos en la barandilla.
La escucho opinar, y gritar, y cantar canciones antiguas que ya nadie escucha. La oigo suspirar cuando no consigo leer nada en sus ojos, y la imagino llorar, llorar sin sollozos.
¡Y jamás la verás triste o rendida! A la que me hace un guiño cuando me observa observarla, y entorna los ojos hacia arriba.
¿Dónde estáis, ilustres caballeros, que buscáis a la dama sencilla?
¿Dónde está, mientras tanto, esa chica?
¡La vi ayer, escribiendo desamores!, a la del pelo desordenado, la mirada pulcra y las uñas mordidas.
Y la vi hace un año, ilusionada al leer las mentiras que decís al describir a la mujer de vuestra vida.
¿Y dónde está el que me cuide?, escribe. Y yo no me atrevo a explicarle que ella es mis días.
lunes, 24 de septiembre de 2012
Quien conoce los secretos que guardas bajo llave.
Tan lejos estoy de ti, y de mi casa (si acaso no sois lo mismo) que si estuvieses a mi lado igual de lejos estaríamos.
Ni la luz encendida ni el ruido sordo de la nevera hacen grata compañía y pienso en quien rehará mañana esta cama tan grande, si se compadecerá al ver arrugada solo mi esquina y saber que esta noche he vuelto a dormir sola.
Me encojo y me siento pequeña y pensando me sonrío, porque me doy cuenta de que hace unos años creía saber cuidarme sola.
Además he dejado el maquillaje en mis ojos porque sé que nunca lloro, que no quedarán las manchas negras de la tristeza en esta tela pulcra.
A mi alrededor todo está asquerosamente en orden, ¿en qué te conviertes, pequeña? Tengo cerca el reloj que me despertará medianamente temprano para que pueda subir a desayunar tostadas. Le voy a exigir al recepcionista los buenos días.
Frente al espejo me he cepillado y recogido el pelo con mucha calma, haciendo tiempo por si llamabas. ¿Pero qué sentido tendría entonces este texto?
Y pienso que en todo este maldito lugar debe haber alguien al que también le falte algo y le sobre espacio.
domingo, 5 de agosto de 2012
Que las tres de la madrugada, no son horas.
Me he dado cuenta de lo dificil que es querer y ser querido del mismo modo.
Puede haber amor, y amor correspondido y no funcionar, pueden quererte más de lo que quieres que te quieran, o menos, o diferente.
Y claro, esto es un poco como ofrecer pan a quien se muere de sed. Como palomitas de maiz con mostaza, como decir: tengo frío y obtener una manta en vez de un abrazo, un poco triste, para qué engañarnos.
Y he pensado mucho esto, no creais lo contrario, y de un resbalón he caido en la cuenta de cuánta gente me ha querido sin yo saberlo, sin saber(me) querer, que no es tan dificil.
Analfabetismo sentimental.
Hay quien quiere con miedo, y cuando todo marcha se asusta, reniega, huye y casi sentencia a pares o nones sus sentimientos.
Hay quien quiere ser querido, y corre, y sufre si va despacio, y se confunde porque quiere hacer de un amor pequeño un amor inmenso, que nunca existe.
Y él... bueno, hay quien quiere, y sin querer quererlo evitar, hace daño.
Yo que jamás crei en esta forma de amor intentaré explicarlo.
Lo llamaremos querer, querer con egoísmo.
Es Agosto en el hemisferio que habito y las playas se llenan de niños con sus redecillas y sus migajas de pan.
Imaginemos el caso del niño que atrapa un pececillo, y lo ve un logro, lo ve grandioso, sencillo, bonito. Y por haberlo conseguido, lo cree suyo.
Y el pez es feliz con su comida y su agua templada tirando a mediofría. Puede que este solo, pero se conforma con la mirada tierna del niño que se siente dueño... esto no es muy propio de los peces, no?
Bueno, el caso es que llega la hora de partir sin beso y sin flor, y el niño decide llevarse a casa al pez, que morirá si no salta a tiempo, de hambre, de calor, de frío o lo que es peor, de soledad.
Pero el niño no pretende eso, se convence de que sabrá cuidarlo ahora que lo tiene, no quiere darle libertad por miedo a perderlo porque al fin y al cabo siente que no puede desprenderse. Y eso es querer, es un amor egoísta pero es amor, no?
Y bueno, me perdonais la incorrección, la mediocridad, la ausencia de recursos e incluso acentos y puntuación adecuada, la incoherencia ocasional y la poca sutileza de las metáforas porque después de meses sin darle a la pluma y escribiendo desde una tablet no se puede pedir mucho más.
Ah, y sobretodo porque las tres de la mañana... no son horas.