domingo, 23 de enero de 2011

Historias de Claudia. Capítulo I; Retales de wonderland.

Recorrió un único tramo de escaleras a toda prisa y después uno, dos, tres, cuatro puertas que conducían a un pasillo diferente con otras puertas.
Aunque aquello se asemejaba bastante a un laberinto, Claudia se movía con soltura entre corredores y estancias y no tardó en llegar a su destino. También es cierto que jugaba con ventaja, su infancia había transcurrido en esas salas y aunque no transitaba por allí demasiado a menudo le había sido imposible olvidar el recorrido que la llevaba directa a aquel cuarto.
Cruzó el umbral y le sobrevino un aire de melancolía. Miró a los lados antes de girar 360º para constatar que todo seguía exactamente igual que la última vez, hacía ya tres años.
La habitación se le antojó sobredecorada, tal vez por la costumbre de la sencillez de todo lo que la rodeaba normalmente, pero sobretodo rosa, muy rosa.
Se percató de que estaba algo oscura y se acercó a la ventana para abrir las cortinas, de un naranja algo desteñido por el tiempo, y se complació al ver aquellas huellas.
Eran dos, las de su dedo índice y el de su mejor amiga, Gloria, ella sí que sabía lo que era amistad. Una sonrisa curvó sus labios cuando recordó el día en que las habían hecho, cuando apenas sabían escribir y rondaban ambas los seis años.
Cogieron del despacho de su madre aquella pintura que utilizaba para los cuadros más importantes, “los que encierran historias de y para siempre” decía continuamente aquella mujer, y empaparon sus dedos en el líquido verde.
A parte de la cortina habían manchado sus vestiditos abombados y el cojín que su abuela, la de Gloria, había tardado medio siglo en tejer…
Detuvo ahí el recuerdo y se dirigió lentamente hacia una de las esquinas de la que había sido su habitación y observó maravillada el motivo por el que estaba allí.
Era un baúl de madera que ya no parecía tan grande pero en el que permanecían completamente inmunes al tiempo aquellas figuras talladas con la mayor precisión que jamás había visto.
Se sentó en el suelo colocándose estratégicamente para obtener la mejor de las visiones de aquella caja de recuerdos.
Pensó entonces que habría sido divertido haber soplado el polvo de la tapa antes de abrir el baúl, pero pese a la enormidad de la casa, la obsesión de su abuela no había dejado siquiera una mota de polvo y había destrozado el que podría haber sido uno de esos momentos cursis que normalmente evitaba.
Destapó el arca y notó cómo emanaba la magia invadiendo su cuerpo, tenía muy claro a lo que había ido, el motivo de su presencia allí después de tanto tiempo. Aquel cuaderno.
Echó una ojeada al revoltijo de cintas de colores que descansaban en una caja y cogió con cuidado aquel librillo de color azul pálido que tan importante había sido, era y sería para ella.
Recordaba a la perfección lo que contenía, o quizá ya no.
Lo apretó contra su pecho y salió de allí sin saber cuánto tiempo pasaría hasta su regreso.

6 comentarios:

Naïve dijo...

¡ME ENCANTA!
sigue escribiendo, porque es genial, de verdad :)
un abrazo

Anónimo dijo...

Precioso!
*.*

Mireia_95 dijo...

Me encanta! :D
Te sigo, vale?
Muchos besoos ^^

Naïve dijo...

oootra vez yo! jajajaj
te dejé un regalito en mi blog, te lo mereces :)
un beso!

Alicia ϔ. dijo...

Naïve :) muchas gracias por leerlo y por nombrarme en tu blog ^^ Un abrazo :D

Alice, muchisimas gracias ^^
Mireia, me alegro de que te guste y de que me sigas ^^ Un abrazo :D

amii dijo...

bueno Alicia al fin me he pdido pasar :S espero ponerme pronto al dia :) en cuano a el capitulo, pues la verdad esque esta bastant bien,y como no se por donde pueden saliros tirs te voy ageguir :) besitos !!
p.d.: soy la chica del diario de Laya