miércoles, 21 de noviembre de 2012

...y otras mentiras.

¡Y no lo entiende! ¡No lo entiende y calla!  Y silenciosamente se pregunta si alguna vez será  prioridad. 
Y piensa, ¿por qué iba a ser esta vez diferente?, y ya son seis, y nada encaja. Y se plantea si alguna vez la querrán tal y como es, sin mentir ni sustituirla. Y ya van seis, y todos duelen. 

Porque todos dicen querer a una chica sencilla, con la sonrisa presente y la mirada limpia de cosméticos. Que sepa hacer reír y no le importe jugar a la pelota. 
A una chica con criterio y personalidad, que no regale su culo en una discoteca, que esté a la altura sin tacones, que prefiera una carta a una joya, que sea bonita y no lo sepa. 

¿Pero en serio? Veo a una chica maravillosa apartar la vista de las parejas, suspirar en los abrazos y arquear, sincera, las cejas. 
La observo cada día hacer feliz a todos cuanto la rodean, caminar entre quien la odia con la cabeza en alto  y sonreír a quien la detesta.
Y se leen en su mirada la amistad y la fiereza. 
La miro, y no es tan distinta, y sé que nadie escribiría una canción romanticomercial sobre ella, que baja las escaleras despacio, rozando sus dedos en la barandilla. 
La escucho opinar, y gritar, y cantar canciones antiguas que ya nadie escucha. La oigo suspirar cuando no consigo leer nada en sus ojos, y la imagino llorar, llorar sin sollozos.
¡Y jamás la verás triste o rendida! A la que me hace un guiño cuando me observa observarla, y entorna los ojos hacia arriba. 

¿Dónde estáis, ilustres caballeros, que buscáis a la dama sencilla?
¿Dónde está, mientras tanto, esa chica? 
¡La vi ayer, escribiendo desamores!, a la del pelo desordenado, la mirada pulcra y las uñas mordidas. 
Y la vi hace un año, ilusionada al leer las mentiras que decís al describir a la mujer de vuestra vida.

¿Y dónde está el que me cuide?, escribe. Y yo no me atrevo a explicarle que ella es mis días.


lunes, 24 de septiembre de 2012

Quien conoce los secretos que guardas bajo llave.


No, no puedo. Aunque tenga encima la mitad del sueño del universo no puedo dormir en esta cama. Entre estas sábanas de nadie, con olor a detergente caro e industrial. Ni sobre esta almohada, así sea de la viscoelástica más cara y el latex mas preciado, nada de esto me dará la seguridad  de escuchar bajo mi oreja tus latidos.
Tan lejos estoy de ti, y de mi casa (si acaso no sois lo mismo) que si estuvieses a mi lado igual de lejos estaríamos. 

Ni la luz encendida ni el ruido sordo de la nevera hacen grata compañía y pienso en quien rehará mañana esta cama tan grande, si se compadecerá al ver arrugada solo mi  esquina y saber que esta noche he vuelto a dormir sola.
Me encojo y me siento pequeña y pensando me sonrío, porque me doy cuenta de que hace unos años creía saber cuidarme sola. 
Además he dejado el maquillaje en mis ojos porque sé que nunca lloro, que no quedarán las manchas negras de la tristeza en esta tela pulcra.
A mi alrededor todo está asquerosamente en orden, ¿en qué te conviertes, pequeña? Tengo cerca el reloj que me despertará medianamente temprano para que pueda subir a desayunar tostadas. Le voy  a exigir al recepcionista los buenos días.
Frente al espejo me he cepillado y recogido el pelo con mucha calma, haciendo tiempo por si llamabas. ¿Pero qué sentido tendría entonces este texto? 
Y pienso que en todo este maldito lugar debe haber alguien al que también le falte algo y le sobre espacio.

Una sonrisa, casi por obligación, cuando vuelvo a cerrar los ojos sin poder descansar. 

‘’Esas dos toallas junto a la ducha deben ser cosa del karma’’.

domingo, 5 de agosto de 2012

Que las tres de la madrugada, no son horas.

Me he dado cuenta de lo dificil que es querer y ser querido del mismo modo.
Puede haber amor, y amor correspondido y no funcionar, pueden quererte más de lo que quieres que te quieran, o menos, o diferente.
Y claro, esto es un poco como ofrecer pan a quien se muere de sed. Como palomitas de maiz con mostaza, como decir: tengo frío  y obtener una manta en vez de un abrazo, un poco triste, para qué engañarnos.

Y he pensado mucho esto, no creais lo contrario, y de un resbalón he caido en la cuenta de cuánta gente me ha querido sin yo saberlo, sin saber(me) querer, que no es tan dificil.
Analfabetismo sentimental.

Hay quien quiere con miedo, y cuando todo marcha se asusta, reniega, huye y casi sentencia a pares o nones sus sentimientos.
Hay quien quiere ser querido, y corre, y sufre si va despacio, y se confunde porque quiere hacer de un amor pequeño un amor inmenso, que nunca existe.

Y él... bueno, hay quien quiere, y sin querer quererlo evitar, hace daño.
Yo que jamás crei en esta forma de amor intentaré explicarlo.
Lo llamaremos querer, querer con egoísmo.

Es Agosto en el hemisferio que habito y las playas se llenan de niños con sus redecillas y sus migajas de pan.
Imaginemos el caso del niño que atrapa un pececillo, y lo ve un logro, lo ve grandioso, sencillo, bonito. Y por haberlo conseguido, lo cree suyo.
Y el pez es feliz con su comida y su agua templada tirando a mediofría.  Puede que este solo, pero se conforma con la mirada tierna del niño que se siente dueño... esto no es muy propio de los peces, no?
Bueno, el caso es que llega la hora de partir sin beso y sin flor, y el niño decide llevarse a casa al pez, que morirá si no salta a tiempo, de hambre, de calor, de frío o lo que es peor, de soledad.

Pero el niño no pretende eso, se convence de que sabrá cuidarlo ahora que lo tiene, no quiere darle libertad por miedo a perderlo porque al fin y al cabo siente que no puede desprenderse. Y eso es querer, es un amor egoísta pero es amor, no?

Y bueno, me perdonais la incorrección, la mediocridad, la ausencia de recursos e incluso acentos y puntuación adecuada, la incoherencia ocasional y la poca sutileza de las metáforas porque después de meses sin darle a la pluma y escribiendo desde una tablet no se puede pedir mucho más.

Ah, y sobretodo porque las tres de la mañana... no son horas.

domingo, 18 de marzo de 2012

A mis cinco... a mis quince.

Me acuerdo de cuando era pequeña y lloraba porque me daba un golpe, o me sangraba (por vez infinita) la rodilla izquierda.
Recuerdo que me parecía que no había dolor más intenso que el que tenía, y de como lo sentía eterno e incurable. Entonces aparecía mi madre y me curaba. Me curaba el peor dolor cuando me abrazaba y me decía: tranquila, ya se te pasa, ¡pero si no es nada! Y mira que yo sabía bien que sí lo era, porque sangraba mucho y no me dejaban mirarla.
Y así, poco a poco, mi respiración entrecortada por el llanto se normalizaba. Y después el dolor físico. Desinfectaba la herida con tanto cuidado como podía y soplaba las pompitas que se hacían por el agua oxigenada. Me quejaba y entonces mi padre me quitaba el pelo de la cara y me decía: tranquila, que ahora se te pasa, ya está terminando, no es nada. Me secaba las lágrimas y en el pañuelo arrastraba más tierra que agua, cosas de la infancia.
Después la tapaban y me acostaban con la pierna estirada. Pero me dolía y volvía a llorar, así que se tumbaban conmigo y me hacían cosquillas mientras me decían que no me riese o se me saldrían por ahí las tripas, y así hasta que al final me quedaba dormida.
Después de algunos días me destapaban la herida, y como para ese entonces ya no me acordaba de aquel inmenso dolor, se me olvidaba y me caía. Y volvía a llorar...

Ahora las cosas no son tan distintas. Sigo llorando, como dice Rayden, con menos lágrimas pero con más dolor tras la fachada. Y tampoco he aprendido a recordar el dolor, a gastar cuidado en vez de ir a tropezones por la vida. Mis heridas son distintas, pero no han dejado de doler, al igual que mi madre no ha dejado de intentar sanarlas.
De los churretes de mi cara no queda más que el recuerdo. Ahora el llanto (con suerte) dibuja del negro rímel de mis pestañas mis pómulos, volviendo a  dejarme marcada. Como diciendo "lo habéis conseguido, le habéis hecho daño"
Lo pienso y no se me ocurre mayor diferencia que la cura a mi pena, pues los "tranquila, no es nada, no es nada...ya se te pasa"  han perdido su magia.
Porque hay cosas que, simplemente, no se pasan.

jueves, 16 de febrero de 2012

Fiera. (1) Buenos días

Aquel día se había levantado realmente indignada. Morfeo había traído  consigo un "regalito" un tanto desagradable, había roto el pacto. Nunca debería haber vuelto a soñar con él.
Miró el reloj, las nueve de la mañana. <<Joder, encima madrugar en sábado>>
Encendió el reproductor e hizo rodar un desgastado CD de Eminem. Ajustó el volumen: 13. <<Es temprano, la gente duerme>> Pero entonces se paró a pensar y aún más indignada constató que jamás había pasado del 18. ¿Cómo era posible? Decidida giró la ruedecilla bruscamente; llegaba hasta el treinta y dos. Decidió retroceder hasta el 29, los minutos que marcaba su machacado reloj digital.                                                                                                                                                                                              <<Fuck vecinos, yo soporto a los críos del tercero y a los retrasados del "B" cuando ponen su estúpido pop barato en no-sé-qué emisora de tres al cuarto>>
Se acordó de los del "C", el piso de en frente. Una pareja de entre sesenta largos y setenta cortos y aquel particular nieto suyo, <<que no tendrá más que un par de años más que yo y ni siquiera se digna a saludarme...>>. Al menos ellos no molestan, de hecho son extrañamente silenciosos. A veces me pregunto si no esconderán un cadáver  en el desván o algo así. Tengo demasiada imaginación. Al final llegó a una conclusión sencilla: No se iban a morir por un poco de música.
Supuso que en casa no había nadie así que no se molestó en adecentarse antes de salir de su habitación. En alguna ocasión se había topado con los amigos de su hermano en la cocina y, en lugar de avergonzarse por su realmente desastrosa pinta (probabilidad de ojeras, pelo enmarañado recogido en un moño impreciso y poco más que ropa interior escandalosa y una camiseta de asillas encima) les dedicaba una mirada superficial y pedía con tal rotundidad que le acercaran algo de comer que cualquier intención de broma al respecto desaparecía en el acto.
Y de veras que aquella no era la mañana adecuada, pero las cosas son así. B enfiló hacia la cocina intentando no recordar los detalles de su sueño cuando los descubrió. Ahí estaban su hermano y uno de sus "coleguitas" tan a gusto recostados en <<Mi sofá , de Mi salón, de Mi casa>> Enfadada eligió un zumo cualquiera de la nevera y ojeó la despensa. Nada interesante. Volvió al salón y saludó a Alex, su hermano mayor, que le revolvió afanadamente el pelo.
Observó a su acompañante y le dedicó una mueca. <<Se está comiendo las chocolatinas, Mis reservas para cuando venga Cris, Mis chocolatinas...>>. No tuvo tiempo para saltarle al cuello porque el susodicho allanador se atrevió a pronunciarse.
- Oye B... <<¿Cómo cojones sabe mi nombre?, bueno, al menos este no parece tan pardillo...>> ¿te puedo hacer una pregunta?
No entendía nada. B conocía a ese tío de poco más que de vista ¿qué querría saber a estas horas de la madrugada? Pasó de pensar más <<Suéltalo, no tengo toda la vida>> *Nothing personal*, ella es de esas que no tiene mucho tiempo para nada ni nadie, casi.
- ¿De dónde has sacado esos calcetines? ¡No me jodas! Con que llevas el resto a conjunto...        Alex sonrió ampliamente.
B miró sus pies deteniéndose en cada centímetro, no encontró ningún problema. <<Resulta que este también es imbécil>> Una sonrisa torcida moldeó la comisura de sus labios y Alex, viéndola venir, intervino oportunamente.
- Baja un poco esa música, anda. (El allanador comentó que a eso no se le podía llamar música) Además ¿de cuándo es ese CD?
Le hubiese gustado responder que de 1998, que era toda una proeza haberlo conseguido porque ya no estaba a la venta, que valía su peso en diamantes. Pero hoy no, la situación le parecía inaceptable y encima un tío que engullía como un cerdo se presentaba en su casa para meterse con sus calcetines de colores. No iba a soportarlo, era sábado por la mañana. Apretó los puños y se puso a dar voces.
- Para que te enteres, orangután, no creo que mi ropa interior sea de tu incumbencia ¡Y deja de comerte de una jodida vez mi comida basura!                                                                                         En cuanto a ti, hermanito mio, vienes dos veces al mes, no tienes absolutamente ningún derecho a protestar por mi música ¡Ni por nada de esta casa! ¿Lo pilláis? Bueno, Alex, tal vez a él (señaló al tío aquel) tendrás que repetírselo, no parece muy avispado.
Y mientras Alex reía hasta el llanto, lanzó una mirada a Simón, que por lo visto se llamaba así,<<hasta el nombre lo tiene de gilip...>> a la que este respondió con una frase que desarmó por completo a B.
- ¿Qué tienes, fiera?
Y aunque pensó <<si te cuento, amigo, si te cuento no acabamos. Al menos no hoy, pero básicamente tengo ganas de él, o de Cris, sí, Cris es la mejor...>> (Eso, soy la mejor) se giró y de camino a su cuarto gritó:
- ¡Ganas de matarte! - Y la última sílaba quedó sepultada por un portazo.
<<Volumen: 32. Fuck vecinos & fuck Simón>>
Pero eso, Nothing Personal.

lunes, 30 de enero de 2012

*~

Ese encanto encantador que tienes; que solo tú me encuentras y me pierdes, y quién sabe, tal vez sería mejor dejarlo así.                                                                                                                                                 En este "nuestro mundo" que no es tan nuestro como mío, porque yo sola lo he creado, en fin. En este lugar, momento y estado de los dos en el que tanto y tan poco nos amamos. En este lugar de mi imaginación tan lleno de quizáces y tan carente de certezas.
En este sin razón en el que me sumerjes, en ese nosequé tuyo y solo tuyo antes mencionado que mece la cesta en la que estamos. Tú; caramelo de fresa con un toque de limón, PERFECTO en tu combinación de dulce y ácido. Inigualable siempre, inevitable tentación a veces. Y yo, de tan común y efímero sabor a coca-cola que ya solo sé que quiero que vengas a decirme que te encanta mi cafeína. Pero no vas a hacerlo porque tal vez también es mejor así, que sigas sorprendiéndome, poniéndolo menos fácil o más dificil.                                                                                                             
Que desconózcote, que no te conozco, o no me conozco a mi.
Pero yo, siempre yo barajando ahora un nosotros infinito que ni siquiera ha comenzado y se plantea enormemente imposible.                                                                                                                                                             

viernes, 6 de enero de 2012

Inev. Parte 1.

Lucas era un chico de puerto. De los que crecen ente olas y dan besos de sal. De esos de media melena de erizos rizos rizados sin peinar. Desde niño había levantado pasiones sin pretenderlo, y casi sin inmutarse, un día descubrió que su única razón era Sol. Pero esa es otra historia.
Sol era una chica charol. De esas con falda sin vuelo y zapatos impecables. De las que enamoran con dulces sonrisas y dan besos de caramelo. Esas que lucen sedosa melena hasta poco más abajo del hombro. Durante su infancia había encandilado a cientos sin darse cuenta, hasta que un día descubrió que su única razón era Lucas.

Los besos robados en las mejillas se convirtieron con los años en rituales más apasionados, y así dos adolescentes solapaban sus historias y sus cuerpos y se convertían en uno. Sin más necesidad que el sabor agridulce del amor en la playa.
Pero los labios de Sol suplicaban un poco de esa dulzura añorada, el calor de una caricia sin intención, la protección de un abrazo al nacer la mañana...
Pero las manos de Lucas no entendían de azúcar, de flores recién cortadas ni de aguas de colonias. Entendían de amor, de los colores de la brisa marina en las noches cerradas.
 Sol no sabe aceptar, Lucas no sabe amarla... y Sol se refugia en los brazos de Antón y se deja acunar el alma.