lunes, 11 de julio de 2011

Carolina.

Carolina es una desordenada. Hasta tal punto que su hermano mayor dice que el cuarto de Carolina es como un agujero negro, lo que allí se acerca nunca vuelve a ser visto. Qué sabrá él, que acaba de volver,el muy inútil.
Carolina nunca encuentra sus cosas y detesta que le digan “claro, si estuviese en su sitio no tendrías que buscarlo”.
Y no es que no lo intente, es que simplemente no está en su genes y esto le trae bastantes problemas. A veces le echa la culpa al perro, odia a ese maldito chiguagua, pero nunca resulta.
Su abuela dice que es un desastre, y no va desencaminada. Para colmo ahora tiene que compartir habitación con su hermano pequeño. Creedme cuando os digo que esta chica es realmente desorganizada, tanto que tiene deshubicado hasta el corazón desde que vio al chico de sus sueños besar a otra y el órgano se deslizó para situarse en la planta de sus pies. Con tanto movimiento se le ha desordenado. ¡Lo que le faltaba a la pobre Carolina!
No piensa contárselo a nadie, además su madre no la escucharía y se limitarías a decirle que ordenara su habitación, ya sabéis eso de: ¿esto es un cuarto o una leonera?
Y ahora, como si fuese poco con el de su alrededor, está también llena  de desorden.
¿Pero como narices se recoje el dolor del alma? Carolina se colgó litera abajo, a ver si el corazón volvía a su sitio. Lo único que consiguió fue que su abuela le diese una buena charla: Pero que haces niña, vaya generación esta, no te das cuenta de que se te va a ir toda la sangre a la cabeza y te va a explotar?
Pensó que tampoco era mala idea como último remedio y empezó a buscar otras terapias para la rehubicación¿pero cuáles?
Carolina también tiene cosas buenas, no os creáis.  C es una soñadora, pero tiene los pies en el
suelo (menos cuando se sujetaba con ellos a la barra de la litera, claro está) y sabe tomar sus propias decisiones. Carolina puede contar a sus amigos con los dedos, y le sobran bastantes; pero es considerada amiga por la mayoría de la gente que conoce, que no son pocos.
Ella dice siempre lo que le pasa por la cabeza; y eso sí que está en sus genes. Por su padre, que no piensa dos veces las cosas antes de soltarlas. Que luego sus palabras tengan sentido es otra cosa, él lo deja ahí y que lo coja quien quiera, o quien pueda...
La silla de Carolina ha acumulado tanta ropa que ha amenazado con abrirse en dos. C tiene un móvil que usa más bien poco ya que siempre lo olvida en algún lugar de la casa, y luego no lo encuentra. No hay lugar para trivialidades tecnológicas en el desordenado mundo de Carolina.
Carolina te trata bien, siempre que no le cantes esa canción.
Ahora mismo, nuestra protagonista, debería estar recogiendo los converse que dejó en la sala hace dos días, el calcetín que olvidó esta mañana al salir de la ducha y el cupa-chup de cola a medio comer que reposa en algún lugar de la casa. Pero no puede, porque todavía está buscándose a sí misma.
Mierda C, has vuelto a hacerlo.
Carolina se ha perdido en sus propias letras y no quiere pensar en nada que no sea el chico que la ha trastornado hasta la médula. Y a ver que os digo yo de ella ahora.Carolina se enamora,sí, pero eso es un libro.
En realidad Carolina es una tía genial, y su desorden patológico también tiene ventajas. Es imposible que pierda el norte si no ha llegado a encontrarlo. Carolina vive regalando sonrisas a todo el mundo; el cartero, la vecina cotilla, la señora del estanco, los abuelos del parque...
Creo que C lo va a conseguir, organizarse un poco, digo. Apuesto que no lo hará sola, habrá alguien dispuesto a sujetarla boca abajo o a inventar estrategias para culpar al perro, si esto fuera necesario. Y es que eso es lo mejor de Carolina, que después de todo tiene encanto.

Me llamo Alicia, pero algo me dice que si mi madre leyese esto empezaría a llamarme Carolina.

1 comentario:

Naïve dijo...

¿Pero como narices se recoje el dolor del alma?
Es una frase que me ha dado qué pensar, créeme. Aún no tengo una respuesta clara, pero supongo que es el tiempo quien ayuda a poner cada cosa en su lugar, a ordenarte a tí misma y a reubicar tu corazón.
Me dejaste sorprendida con esta entrada, si te soy sincera. Es tan natural pero a la vez tiene un lado de familiaridad increíble. Me identifiqué bastante, la verdad. Supongo que yo también soy desordenada no sólo con mi habitación (y que se lo pregunten a mi madre), sino con mi propia vida y mis sentimientos.
Pero, te repito: el tiempo vuelve a poner las cosas en su lugar. Sólo hay que tener paciencia.
Una lástima que a ese tiempo no le de por recoger mi habitación de vez en cuando! jajajaj
Un abrazo enorme Alicia, me alegra pasarme por aquí para leer entradas como esta. Sigue así :)